January 5, 2017

Video llamada



Han pasado algunos años,
y aún tu voz habita en mi cabeza.
Tu risa, tu olor y tus gemidos son las que con más frecuencia recuerdo.
Hoy por fin has aceptado una llamada,
después de aquella última hace un par de años,
que colgaste sin mediar palabras.
Ser radical fue tu escudo ante tanto daño que te había hecho.
Hoy siento que es necesario ya no hablar de nosotros,
sólo comenzar por un saludo que delata un "aún te amo",
hemos concordado en colocar la vídeo cámara,
como si nos estuviéramos retando a ver quién vuelve primero,
aunque ya sabemos quien ha perdido,
que después de verte se me ha salido un "estás más hermosa".
Sonríes como aquellas veces en las que te conquistaba,
pero reaccionas rápido evadiendo con par de preguntas,
que cómo estoy y cómo me está yendo,
como iluso rompo el silencio y te confieso que ando soltero.
"No me refiero a eso", es tu respuesta,
y yo queriendo cambiar el momento te digo "lo sé, estoy bromeando".
Te levantas, estás hermosa, me preguntas si veo bien tu vestido,
grito por dentro, joder, te quiero cerca,
de verdad había creído que mis ganas por ti se habían esfumado.
Me dices que te falta poco para estar lista,
mientras por dentro la cabeza me estalla,
del terror en pesar que estás linda por otro.
Decido prender un cigarro para calmar mis ganas,
esas que desde hace años dejé en nuestro último beso,
me reclamas que por qué fumo,
y con disimulo te digo que es para calmar el frío.
Lo apago para no incomodarte,
aún sabiendo que el incómodo en esta llamada eran mis ganas de volver contigo.
"Me voy" dices en apuro,
que te están esperando y debes bajar,
por esas escaleras donde más de una vez te hice mía,
mientras tus padres dormían.
No me das chance de decirte "cuídate",
y por un rato me he quedado mirando la pantalla,
esa foto de perfil que hace años yo te había tomado.
Debí haber sido quien no marcara,
creyendo que te había olvidado,
ahora vuelvo con este despecho que otra no ha quitado,
ni con el pasar de los años.
Y me despido en esta carta que no llegará a tus manos,
porque muy posiblemente estarás en otros brazos,
y así se rompe la esperanza que no sabía que estaba,
de que un día te tuviera entre mis brazos.