August 21, 2012

Perversa

Hoy he conocido a una mujer. Quisiera decir que no es como todas, pero lo es. Lo único que la diferencia es esa mirada que me da queriendo besar mi boca o no estoy seguro si es la misma mirada que pone al querer que sea yo quien le arranque la ropa.

Se ha levantado de su silla, trae un vestido con un corte que se le ha visto hasta lo que me llevaría a la gloria, sonríe al caminar como si fuese reina de belleza y pues si así fuera, en mi reino ganaría.

Sonríe, se sienta, se suelta el cabello, se inclina, se sirve más vino, me mira, la miro, sonrío y le digo: "¿quieres más?", acercando hacía ella mi copa de vino. Me observa, se acerca y susurra: "si me lleva al cielo contigo, no quiero más. Lo quiero todo". Agarro su copa, le rozo las manos, me mira, la miro, ahora soy yo quien está nervioso. Le digo mi nombre y ella responde: "¿crees que esta noche eso sea lo que me importe?". Sonrío, me acerco, le toco su pierna, esa donde estaba el corte de su vestido que me llevaría a la gloria. La abre, la cierra, la abre, la cierra y justo cuando mis dedos ya han llegado al cielo, las cierra y aprieta.

Sonríe, sonrío, se acerca a mi oído, me dice bajito: "te quiero poquito". La miro y me mira, me fijo en su escote y ella bajo la mesa, me tiene en sus manos. Sudado y nervioso, me sirve más vino, mientras mis dedos seguían rozando sus labios. Se acerca y pregunta: "¿me tomo tu copa?". Sonrío, me acerco, le meto mis dedos y con un orgasmo me dice: "ya me hiciste sudar". La veo y le digo: "ya lo sé por tus nervios".

De repente en el salón, donde ya no éramos ella y yo, alguien grita: "¡Laura!" Y ella responde: "aquí estoy, mi amor". Sonríe, la miro, se acerca y me dice: "hasta luego". Se para, se aleja y saluda a ese hombre. La abraza y la dirige hacia afuera. Volteo y volteo y la vuelo a mirar, y justo ahí, cuando ella voltea, me guiña el ojo y sonríe queriendo decir: "hasta ahora sigo siendo la perversa que un día te hizo amar".


Y así fue como recordé, que ya la había besado, contado los lunares, descubierto sus secretos y hasta dedicado mis canciones.

Sonrío, no seguro de saber si ella sonríe también, alzo mi copa, bebo un poquito, pido la cuenta, me paro y me marcho. No sin antes dejar en esa mesa, un poema escrito en una servilleta, donde lo único que decía era: "Hasta la próxima, perversa".