May 3, 2013

Bar.

—Amigo, hoy quiero hablarte de una mujer.
—¿La conociste ayer?
—Hace algunos días, pero ella me conoce desde hace mucho.
—Entonces, ¿es algo así como una espía?
—Como una loca, diría yo.
—Cuidado con lo que dices, muchas te hacen caer en la tentación.
—Pues, se me olvidó atar mis agujetas.
—¿Y el pecado?
—Lo confieso luego con Dios.
—Entonces es grave el problema.
—Toda mujer es un problema, el truco es llegar a ser su solución.
—¿Qué te ha hecho esta mujer?
—Me ha enamorado.
—¿Y ya te sientes en las nubes?
—No, ya caí y sin escaleras.
—¿Y qué quieres hacer?
—Querer no es la opción para lo que debo hacer.
—¿Has pensado en olvidarla?
—Ninguna mujer se olvida, ni cuando te dejan sin corazón.
—¡Pero, te robó la razón!
—¡Y las ganas también!
—¿La has vuelto a ver?
—En sueños nada más.
—Entonces vives en pesadillas.
—Las mujeres saben cuándo volverse realidad de vez en cuando.
—Pero, la realidad es que no está.
—Por loca y nada más.
—¿No has pensado en llamarla?
—Una mujer ocupada no tiene tiempo para caprichos.
—Pero, tú capricho te ha vuelto un loco.
—Igual que a ella.
—¿Y no has ido a un psicólogo?
—Me diría que la olvide.
—¿Y no es eso lo que deberías hacer?
—Quizás cuando ella venga a devolverme la razón.
—Si la ves, vuelves a la nube.
—Pero, me llevaría una escalera para bajar de 2 en 2.
—Si la ves vuelves al pecado.
—Que lance la primera piedra el que esté libre de tentación.
—Entonces tienes un gran problema.
—Gran problema fue ella, que perdí.
—Pero entonces sé tú la solución.
—¿De cuándo acá a las mujeres les gusta encontrar la solución si siempre se enfocan en el problema?
—Entonces sé tú el problema.
—Debo enseñarle antes a ser solución.
—Esto está difícil.
—Igual que ella y yo.
—Dile que la quieres.
—Ya lo hice y me colgó.
—Entonces márcale la vida.
—Ya alguien la marcó.
—Entonces ese es el problema.
—Sí, y lamentablemente no se da cuenta, que yo podría ser la solución...